Amar en este tiempo y este paralelo

manos enamoradosSé que pasarán años antes de poder decir, con propiedad, “nuestra casa” y el amor tendrá que seguirse haciendo con sábanas heredadas o sin sábanas, da igual.
No podremos regalarnos los perfumes caros, las cenas glamourosas o los bombones importados en días como este, pero nos vengaremos de las circunstancias con todos los besos públicos que aguante el parque, con tu mano imantada en la mía por las calles, con abrazos constrictores de almas siamesas.
Nuevas guardias, nuevas misiones, nuevas necesidades ajenas superpuestas a la nuestra afectarán el tiempo y el espacio común, pero fuimos criados para servir así y en estos líos de querer, uno todo lo da, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Nos “cazaremos” algún día, sin firmar papel o doblar rodillas, aunque nuestros padres no lo entiendan. Los afectos sinceros, viscerales, inevitables, son así; no necesitan de diamantes ni oro al dedo para recordar sus promesas.
Pospondremos los hijos para tiempos más pródigos, hasta que la envidia sana de los amigos más locos (¿o será más cuerdos?), ya paridos, nos embullen a procrear sin cuna ni salario consecuente para afrontar la nueva boca.
Pero nos irá bien, haremos lo que hay que hacer para dar de comer a los niños, tenemos en la sangre esa esencia latina y cubana de arañar y echar pa’ lante, y te tengo a ti, que es ya todo lo que necesito.
A contragolpe de las adversidades que afrontamos por tercermundistas y utópicos severos, amarte en este tiempo y este paralelo sigue sabiéndome todavía a amplísima victoria.

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La Pandemia

malestar de gripeSospecho que la introdujo Gretell, una de nuestras dos informáticas, así que no queda dudas: es un virus.

Luego debutó Alejo, en el área de redacción, y entonces el aire acondicionado del local, muy solícito y colaborativo, se encargó de hacer llegar a todos un buchito de la cepa.

Quizás hasta por Alfresco se haya propagado el contagio. A Baby la descubrí el otro día, montando trabajos en la página digital y soplándose la nariz con tal ahínco que temí un derrame cerebral por doble conducto.

A mí, por supuesto, tenía que tocarme. Si Yani estuviera aquí me diría: “por tu costumbrita de saludar a todo el mundo con besos”. Pero igual, con tanto teclado manoseado con las mismas manos de toser… era inevitable.

Garganta dolorida, estornudos que como estribillo de cancioncilla pop se repiten y se repiten, diluvios nasales que uno intenta retener respirando bien hondo y apretando el tabique… por suerte, fiebre no, que ya sería demasiado… demando al sindicato. Seguir leyendo

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La pintura en tiempos de bytes

la playa dibujo en PaintAl principio fue realmente anoying. Aunque alguien muy psicólogo nos aconsejó no cortarle la inspiración y dejarle desarrollar el evidente talento, la cosa se puso fea cuando crayolas en mano decidió decorar toda la casa.

Y lo hizo, muy a pesar nuestro, y del entorno, y de lo cara que está la pintura… no pudimos impedírselo. Con su añito y algo parecía estar dominada por una fuerza fantástica, por un ancestral embrujo de colores.

Pintaba rostros, sobre todo rostros. Unas caras alargadas con ojos hundidos y bocas redondas que me recordaban El Grito de Munch. Coño, esto no es lo que se supone que pinte un niño, me decía yo, pero la Yuya, desde su inaudita contracción gutural a los tres meses en que le entendimos clarito-clarito “agua”, nunca ha parado de sorprenderme. Seguir leyendo

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Apuntes al natural

periodista dibujaNo man is an island… ni no woman tampoco. Así me he dicho satisfecha al descubrirle, a él también, los trazos de sosiego en el dorso de la hojita salvadora del paro cerebral.
Yo dibujo nubes, pero él me supera, es todo un paisajista aplicado, que distrae con sus escenas claroscuras mi atención del orden de cualquier día o cualquier hora.
Se me van los ojos a sus montes, y sonrío. No soy yo la única que trepa nubes para volar y llover los aburrimientos. También él se escapa a esos parajes de sus anhelos, preñados de cuevas, húmedos de ríos, y allí, bien lejos, tampoco se escucha la monotonía de la reunión.

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Nudos en el pelo

peinado niñaNo hay niña en el mundo que no haya sufrido la incomprensión familiar con los nudos de su pelo.

Los nudos son un embrollo infernal que se forman en la encrucijada de los cabellos por soñar mucho, jugar a “una roleta y un güiro”, dejar a tus amigas practicar las trenzas chinas con tu cabeza como material de estudio, mascar chicle antes de dormir, mojarse el pelo al bañarse u otro tipo de cosas divertidas. Los nudos son, por tantos, unos puros envidiosos.

Bueno, también influye un poquito el no peinarse con frecuencia, pero cuando apenas se rebasan los diez, vamos a estar en Cuba, eso no es una prioridad.

Como los mayores sí pasan los diez, ellos no entienden y se ponen bravos con los nudos. Los apelluncan, tiran de ellos, meten los dientes del peine en su mismitico centro para ver si dividen y vencen, y uno tiene que aguantar quitecito todo aquella tortura porque “quién te manda…”.

Con lo feliz que pudiera una andar por ahí con sus nudos, pero ¡Jesús!, ellos nunca nos dejarían salir así a la calle. Hay que verse estiradito, que es lo que la gente halla lindo, aunque parezcas asiática de tanto que te han apretado el moño.

Esta mañana, al ver a Yuya en su proceso de desenredo matutino, he recordado mis nudos de antaño y les he echado menos. También yo lloré hace una década bajo el mismo verdugo y solo la paciencia de papi, con su técnica retruécana “de abajo hacia arriba” lograba salvarme.

Ahora la salvo yo a ella de vez en cuando, pero al adivinarle el bullicio de nudos en la melena de lacio impecable, me preocupo de la ausencia de los míos. ¿Será que los pelos también se nos vuelven grandes y mesurados? ¿Será que al crecer caducó mi alpiste para nudos?

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Rostros

Salón de la CiudadLos muros de las ciudades son capaces de alojar cosas fantásticas. De los más mohosos y descascarañados he visto emerger graffitis, brotes de helechos y flores, nidos de gorrión, huevos de lagartija, manantiales de agua de dudosa procedencia y, ya lo último en producción: ROSTROS.

No, no voy a narrar una película de terror donde los del más allá se comunican con los del más acá a través de erupciones murales aparecidas por arte de magia… aunque, pensándolo bien, sí, sí voy a hablar de todo eso, quitando la parte de película de terror.

Resulta que al recorrer Luaces, caminito al periódico mío de cada mañana, me topo con que a la casa- o lo que queda de ella- marcada con el número 105 de esta calle, le han salido caras. Gertrudis, Ignacio, Juan Carlos y Fidelio, se asoman de busto entre los ladrillos y la cubierta de cal curiosamente cincelada, para echar vistazo a la misma ciudad que les vio hacerse ilustres en pasados siglos. Seguir leyendo

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Riendas sonoras de la nación cubana

hombre a caballoAl principio no necesitó ni palabras. La soberbia sonoridad de sus notas desordenó el tedeum de la Iglesia Mayor de Bayamo cuatro meses antes de que Perucho le pusiera letra y hasta el gobernador de la plaza entendió entonces que aquellos fieles no lo eran tanto, que no agradecían a Dios ni ocho cuartos, que estaban tocando música subversiva.

No soy compositor, pero tenga la seguridad de que no me engañó”, le diría Udaeta al Figueredo tras llamarlo a contar por el desacato decibélico. Pero el abogado, satisfecho de haberse salido con la suya, fingiría una inocencia galileiana y seguiría moviendo sin embargo sus neuronas, en busca de los verbos precisos con que acompañar esta Marsellesa cubana a la hora de los mameyes.

Esa hora dichosa lo sorprendió a montado a caballo, un 20 de octubre de urgente triunfo mambí. Los bayameses, primeros cubanos en ganarse a golpe de machete el derecho de gobernarse a sí mismos, le rodearon cual frenético club de fans con un reclamo impostergable: “la letra, la letra!”. Y el autor tuvo que improvisar con las riendas en una mano y el corazón en la otra, porque a fin de cuentas, si la ciudad era libre, qué necesidad había de callarse.

Así habló por vez primera La Bayamesa, y le dijo a los cubanos cosas tremendas como que vivir en cadenas es deshonroso si se tiene las fuerzas para luchar y si suena un clarín, al menos uno. Espantó con su canto el miedo a una muerte que no lo es, porque el orgullo de la tierra madre que recoge tus huesos te hace imperecedero. Espoleó la conciencia de una nación donde el machete se hizo para darle uso.

Cuba y sus hijos sanguíneos no podrían haber cantado otra cosa. A un pueblo cuyo oficio más constante es “la lucha” no le pegaba otro himno que no fuese guerrero, hechao’ pa lante, guapo y noble a una vez. Un himno como el cubano, que se manda y se zumba.

Parida al galope, esta rienda sonora ha sido siempre para azuzar, para lanzarse; como nosotros, sabe poco de frenos y de desentendimientos para con esa madre a quien llamamos Patria.

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Martí en el siglo XXI

mano al tecladoPosteen, posteen. A Cuba por todas las plataformas. Las nuevas guerras van sobre virtuales caminos de bytes.

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La cucaracha

Cotorra CubanaNo sé si habrá sido Zunilda, mi vecina del primer piso y dueña suya, quien le enseñó a silbar “La Cucaracha”. Lo cierto es que cada mañana, la luz que entra por mi ventana viene acompañada de ese pegajoso tema ¿mexicano? que cuenta la historia del más detestable bicho del mundo con problemas de desplazamiento y/o carencia de pata clave.

Una y otra vez repite el estribillo, con tremenda entonación y estrépito, y yo voy imaginando su lengüita hecha un nudo en el pico corvo o los ademanes de balancear la cabeza de un lado al otro, para acompasar el ritmo.

Quizás no tenga un gallo afinado para alardear de la ruralidad de mi barrio, pero cuando escucho a esta cotorra: “fufufufuifu-fufufufuifu”, a las seis y media de cada amanecer, me convenzo de que mi reparto, de monte, tiene mucho más que el nombre

 

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Mesiario 1

Cake de cumpleañosHoy la Nube cumple su primer mes en la blogósfera, y aunque a quien llueve este blog no le apasionan en demasía las matemáticas, he estado echando ojo a las estadísticas del sitio y no puedo quedarme con todos mis hallazgos aquí, atragantados. No, que va, tengo que compartir la alegría con mis nuberos. Aquí les va el primer resumen mensual.

De fines de diciembre a fines de enero, la Nube ha sido visitada por 476 amigos, unas 1400 veces. Su mejor día resultó el 21 de diciembre, apenas recién nacida, por lo cual adivino que haya influido más en ello la benevolencia de los que la esperaban y la suerte de principiante, que la calidad de los post hasta entonces estrenados.

Al amainar el embullo de la arrancada, ha ido promediando unas 50 visitas diarias, en días “entre semana”, que en “finde” nadie quiere saber de ella (andará la gente por otros cielos).

Con las irregularidades propias de su dueña, ha posteado unos 30 títulos hasta hoy, casi siempre de tres en tres y un día sí y otro no. Es que luego de una jornada sin tirar ni un tirito, le entra a una un cargo de conciencia que solo es aplacable con doble dosis de metralla.

Las etiquetas más grandes y gorditas, para mi felicidad, se llaman FAMILIA, AMOR, AMIGOS y AGRADECIMIENTO. Por esta estela de temas creo que la Nube va recorriendo, cuando menos, el camino que me interesa. Seguir leyendo

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