Primer día laboral en año nuevo. Los centenarios adoquines del hermoso letargo urbanístico de mi ciudad escandalizan los pasos presurosos con que conduzco renovadas ganas de hacer hacia el lugar de siempre.
Hace frío. La mañana estira sus calles y se desespereza en negros bostezos escapados por las bocas redondas de los pocos autos del amanecer.
Gardeo enternecida la prisa rojiazul de uniformes que sólo mi nostalgia certifica usé hace no tanto tiempo. También yo quiero llegar temprano, aunque mi horario abierto no me lo exija. También yo quiero volver a ver a mis amigos, esos con los que por suerte trabajo y sueño cada día… quizás más lo segundo que lo primero.
Quiero que todo me parezca diferente, busco los indicios de la novedad, de un cambio de época, para hacer como los historiadores cuando distinguen un siglo de otro aunque solo los separa un día de por medio.
Quiero que muten tantas cosas, que el adverbio antes remita a referencias negativas que se positivizan en el presente que vivo, no al revés, no como d/suele.
Y entonces mi periódico me recibe sereno, con los madrugadores de siempre sentados en el sofá de la recepción en espera de la técnica, que es la técnica y … Y la técnica llega con la noticia de que no hay conexión, que llamó a Etecsa y que hay que esperar… esperar.
Optimista aún, enciendo el computador; me enfrasco en la entrevista inconclusa y creo una nueva carpeta en el escritorio que titulo 2012, para comenzar a acumular la nueva producción. Entonces una sospecha, un dejavú, una sensación de arrastre que aprieta mis ojos frente a la pantalla. Alguien al lado comenta y por fin caigo… la lámpara de la esquina sigue sin encender.
Calma- le respondo-, lo hará… de aquí a media hora más o menos. Ya le tengo calibrado su tempo a esta antojada, desde septiembre compartimos fondo en la más tibia de las redacciones de Adelante, esta esquinita colindante al aire acondicionado viejo, donde yo hice sitio y ella techo para vacilar de vez en cuando.
Yo la espero, como a la conexión y a otras bondades, tengo fe en los arribos por lejanos que parezcan. Y cuando ella prenda su primer alumbrón este año, volveré a aplaudir como en el viejo, con el mismo júbilo y el mismo verso de “Y se hizo la luz”; porque esta alegría de año nuevo, estos sueños, estas ganas… ¡no me los quita nadie!
Yo te regalo mi «luz fría» nubecita mía, una mariposa para ti
Yo lo sé, cuento con tus luces siempre. Beso de nube.
Que bueno ver que comienzas el año con buenas energías. Por acá yo también he comenzado en caliente, con muchos planes y retos para este año, entre los que está tomar helado en San Fernando nuevamente. Un besote
Mija, y deja que vuelvas, los helados de San Fernando han evolucionado, ahora el negocio tiene «sucursales» en varios repartos y cuestan 5 pesos las barquillas jajajajjaja Pero lo valen!!! Un beso cargado de energía positiva.