Teatro de provincia

Teatro Principal de Camagüey

Llevo años catando con mi diminuto trasero sus butacas y aunque sé que nos quedan otros muchos de tan íntima complicidad, nunca alcanzaré a entender el mecanismo de reloj suizo que rige su funcionamiento en los momentos emergentes de presentaciones “importantes”.

Es un teatro de provincia”, me digo para intentar entender o inducirme la conformidad cada vez que me sucede la real-maravillosa cola del día antes, donde una vecina muy particular del institucional inmueble reparte en la puerta de su casa unos tikets con los que luego, en la cola matutina y oficial del día de la función, ¿podrás? finalmente comprar tu entrada… rumbo al tercer piso.

Sí, no es broma ni fatalismo exagerado, siempre que he adquirido boletas “por la canalita” para espectáculos foráneos en el Teatro Principal de Camagüey (cuando vino Carlos Acosta, la vez anterior que tocó Varela, …) he visto agotarse con celeridad meteórica las butacas del primer piso y, llegado el turno de mi ticket de compra, solo he podido saborear la victoria pírrica del tercero, donde apenas se ve y se oye algo.

También me han sucedido cosas peores, como la vez aquella en que ganó batalla el sentido común de los que- ignorantes de la dinámica de reservar con antelación- habían madrugado frente al teatro el día de la presentación (¿cómo se les habrá ocurrido semejante simpleza?). Esa vez se dictaminó la invalidez total de los tickets de la vecina “solidaria” y se siguió para la venta el orden de la fila de los espontáneos que yo, altanera e ilusa, no había marcado por la madrugada porque… tenía ticket desde ayer.

Los tres párrafos precedentes se los puede saltar todo aquel que cuente con los 50 pesos que cobran los diligentes revendedores de boletas a la entrada del inmueble cultural minutos antes del inicio de la función o aquellos directivos y funcionarios del sectorial de Cultura, del Gobierno o del Partido a quienes se reserva siempre el segundo piso y que muchas veces declinan gentilmente la invitación para beneficio de algún periodista colao’ o de algún socio de la acomodadora que no tiene asiento asignado.

Sin embargo, todo esto es nada comparado con la turba pre-acceso que propician los trabajadores del teatro antes de ciertas presentaciones únicas de artistas cotizados. En más de una ocasión me ha sorprendido esta medida misteriosa e indescifrable, la de mantener cerradas todas las vías de acceso al local (incluso para aquellos que tienen tickets) hasta el último momento en que está el mar de gente profuso y agitado, y entonces, solo entonces, abrir tímidamente una reja para empezar a pasar, de uno en uno a los concurrentes.

No sé si intentarán copiar algún modus operandis inglés o suizo, plazas culturales donde abundan teatros de gran formato arquitectónico y donde concurre gente menos cálida y detonante que la nuestra. La realidad de acá, que supera cualquier ficción, es que la fractura del flujo de entrada normal al recinto termina en empellones, pisotones, altercados, malos humores, pérdidas de calzado y (quién no recuerda aquella noche en que le tumbaron la luz al gnomo Carlitos) hasta algún cristal roto.

Todo es muy raro, me digo yo, pero parece que no, que debe ser así como está establecido, porque sigue sucediendo una y otra vez.

Esta noche iré a ver de nuevo al gnomo, a celebrar sus 30 sin invitación, cruzando dedos para que los empleados del Principal, como el resto abrumador de cubanos que conozco, no tengan acceso a internet para leer esto y me dejen colarme a mí y a mi piquete.

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Acerca de nubedealivio

María Antonieta Colunga Olivera. Licenciada en Periodismo de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz.
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5 respuestas a Teatro de provincia

  1. Jany dijo:

    Querida Tuny (¿no si si puedo llamarte así?).. dentro de muy poco nos tocará a nosotros los cienfuegueros, vivir esas amargas experiencias en la cola de nuestro querido Teatro Terry para poder disfrutar de Carlos quien hace ya una larga temporada que no viene. A cruzar los dedos!!!!

    • nubedealivio dijo:

      Jany, ten fe, que yo al final entré y me senté en la cuarta fila del 1er piso ese día… aunque mejor no te cuento cómo fue?, porque sí sé decirte cómo fue pero si te digo, me embarco jajajaja. Espero que puedas ver al gnomo y te adelanto, lo mejor del concierto es Aldito López Gavilán y su intermezzo. Fingers crossed!!! Besitossss

  2. mirelys dijo:

    Ese teatro de las entrañas que me traen tandos requerdos, como aquel de ver a buena fe desde el hueco de la orquesta por que el resto del teatro estaba super lleno 😉

    • nubedealivio dijo:

      Ayyyy te acuerdas de cuando Buena Fe??? jajaja Sí, yo estaba también en el 3er piso (¿dónde si no?) y te veía chiquitica, desde allá arriba, dando brincos, … y me dabas una envidia!!!! jajajaja Por cierto, mañana toca Moncada… remember nuremberg????? jajajajaja qué de historias tenemos, mana. Creo que mañana voy a poner un post de la historia moncadista nuestra, qué crees??? un besoooooo

  3. Pingback: Tranquilo, Tony, tu música habla por ti | Nube de Alivio

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