Siempre he escuchado a los gurús de la literatura el sabio consejo de no escribir de lo que no se conoce. Y alguien pudiera objetarme, solipsistamente hablando, que en la concreta yo no conozco a esta muchacha de la que hoy pretendo hacer un post.
“Alguien” no sabe nada de la vida.
Es verdad, nunca he visto a Ley frente a frente. No nos hemos sentado juntas en el Muelle Real de Cienfuegos a golosear el mar. No hemos quedado para ir a contarnos las penas del día con el pretexto de que haya helado de avellana en Coppelia. No he podido jugar a tejerle una trenza en su pelo ni he tenido el chance de robarle los platanitos fritos de un almuerzo compartido.
No tenemos ni una sola foto juntas. No sé si usamos el mismo número y en caso de que se me rompa un zapato, puedo pasar por su casa a tomar prestados los suyos para seguir andando. No sé dónde es su casa, específicamente.
No podría decir si tiene las uñas largas o cortas, si se lava bien detrás de las orejas, si estornuda alto o bajito, si tiene cosquillas.
Y esas son cosas importantes, ya lo sé, pero lo bueno es que tenemos el resto de nuestra vida para averiguarlas y terminar siendo las mejores amigas del mundo.
Tampoco son pocos los detalles que sí se de Ley. Y son los imprescindibles.
Leydi es un cronopio santaclareño, con un padecimiento crónico de lirismo hepático y una capacidad cuantitativamente inconmensurable para amar a los demás.
Adicta a la cafeína al extremo del posicionamiento en Google (si usted busca en las imágenes de este portal las palabras taza de café, dos de las primeras sugerencias visuales que saltan a su vista provienen de sus Botellas al Mar).
Tiene un tick nervioso que la empuja a abrazar todo el tiempo, aunque todavía no puedo testificar aquí a qué saben (sus abrazos) por aquel pequeño detalle de las distancias que aún nos desconectan en planos intrascendentes (entiéndase, físicos).
Le subsisten algunos genes dinosáuricos, que afloran en las manías más deliciosas y anacrónicas, como aquella de escribir cartas en papel y sobre, o la de acostarse muy tarde con los ojillos ruborizados de tanto leer.
Entiende de fútbol y beisbol, no así de matemática básica, o al menos eso me parece cuando me llama para conversar de verdad, sin apuros ni siquiera medianos, como hace con el resto de sus muchos amigos de otras provincias. De esto último no tengo aún confirmación, pero si no es la clienta del año, al menos está entre las TOP 10 de ETECSA.
Por su voz uno deduce que es un pan con ojos, de esa gente que tú podrías pedirle la piel y se la quitarían con una sonrisa. De esa gente que dicen que no abunda.
Lo demás, es lo evidente. Tiene la magia de conmover con cada palabra que embotella, y un club de alcohólicos públicos que le seguimos en cada letra.
Y es muy bella. Hoy mismo, que decretamos en “feisbu” su día para celebrar que nos existe, yo cambié mi foto de perfil por la suya y ya me da hasta pena desagradecerle los piropos a los chicos con la explicación de que no soy yo la de la foto, que es Leydi.
Esas mismas fotos me engañaron en pricipio, cuando yo la creía alta-alta como un pino. Luego Carmen Luisa fue a visitarla (¿a ella o al Che?, en fin!) y vino de vuelta, azorada, con el chisme: “Tunie, Ley es un cominito de gente… ES DE MI TAMAÑO”. Desde entonces ando con la duda grave de cómo toda la Leydi que yo conozco puede caber en un metro cincuenta (¡¿?!).
Cuando nuestro amigo el Caimán sin Muela nos presentó, Botellas suyas mediante, yo supe que quería ser su amiga. Empecé a leerla y a asombrarme, y comenzó a crecerme un cariño dentro y una adicción letrílica.
Uno siempre quiere arrimarse a buenos árboles, por aquello del cobijo, y Leydi es, sin dudas, una de las personas más parecidas a mi concepto de lo bueno y uno de los seres más gratos para refugiarse.
Creo que al cabo de tantos timbrazos celefónicos de ida y vuelta, y de tantos comentarios mutuos vía wordpress, ya sabe bien lo mucho que la quiero. Pero hay días que uno necesita que le redunden el cariño por los cuatro puntos cardinales del alma y este lunes suena ser un día de esos.
También yo, en medio de una mala racha, recibí una vez un botellazo fecundo que nunca pude agradecer en toda la dimensión en que me bendecía.
Y sé que esto es un chín chín, pal aguacero que tú te mereces, pequeñita buena, pero es difícil, muy difícil, llover sobre un milagro.
Tunie no te equivocas, Leydi es un amor de persona, un abrazo
Tú bien lo sabes, Alejandro, tú que eres tan buen amigo de todas nosotras 😉 gracias por la complicidad de la llamada, por hacer llegar nuestro cariño con antelación, por ser cómplice. Por cosas como esas te queremos tanto.
No podías habr descrito mejor a Ley, nuestra Ley, una de las musas de la isla nuestra de cada día… Siempre serán pocas las palabras para hablar de acerca de ella. Ella es la que me hizo acercarme a tu Nube de alivio y a la que tanto le debo.
Ya verás que un día de estos, no muy lejano, las dos se encontrarán frente a frente y entonces verás que Ley es justo como la imaginas…
Y no escribo más, es muy difícil ser objetivo cuando hablar de una hermana de alma.
Un saludo para ti y enhorabuena por esta nube…
Carlosluisito (ya te llamo así porque de tanto leerte en ciertas botellas Leydianas yo te siento buen amigo y cercano y querido también, vaya, por transitividad): Gracias por llegarte y dejar tu huella en la Nube. La Ley la tienes que compartir conmigo y con un millón de gente más que la quiere jejejeje ella es una chica muy popular entre los seres con buen gusto, apreciadores de lo bueno. Ya pronto espero que la Ciénaga de Zapata nos presente a ella y a mí, así que cuento los días que faltan para marzo. Un abrazo, muchacho y bienllegado seas a este otro puerto virtual.
Mi nube, por estos milagros es que tú eres tan especial, igual que Ley. Las quiero
Súmate, súmate sin modestias al club de cronopios, que también tú eres especial, mi Miñus. TQ a la N jejejeje (yo gano)
yo también, las quieroooooooo
Ay, Tunie!!! qué belleza de crónica!!! y que me la dediques completica es todo un privilegio. Me alegras el día, la semana, la vida, qué bueno existen personas como tú!! No te preocupes, que yo con mi tamañito te voy a abrazar grandeeeeeeeeeeeeeeee. Te quiero.
Ah! pues si el pago es un abrazo tuyo, y tan grande así, va a ser que salí ganando yo en este trueque. También te quiero, mi Ley, nos vemos en la Ciénaga, eh? Muassss
imagínate que acabo de negociar para que me cambien el turno de clases que tenía ese viernes…así que a menos que haya un terremoto, nos vemos allá!!!
La tierra temblará, al menos por allá por la Ciégana, demasiada gente buena reunida en un mismo sitio jejejejeje. Te estoy preparando una sorpresa para el martes jijijijijijiji qué suspense!!!! un besi mi Ley
Pero Tunie: No sabías?? Las cosas buenas vienen en frascos pequeños 🙂
jajajaja sí, es verdad, como los perfumes 😉 un besito nutellossa Mar
🙂 gracias!!!! qué hermanas tan buenas me he ganado!
Que bueno saber de Leydis por esta nube, es un alivio saber que si siendo tan buena como cuando la conocí allá en el Tercer Frente Oriental, cuando una representación de futuros periodistas de cada una de las universidades pudimos compartir y trabajar juntos. Besos para Leydis y una grande para ti, mi amiga tinajera.
Ah, pues te lo confirmo, sigue siendo tan buena, o peor, cada día es más buena aún. Mira, ya tenemos algo más en común, o alguien más. Un abrazo profundo para ti, desde el Yeri jajaja Se te quiere grande.