Me dio la mano para subir al coche y sonrió una mueca de extravío. Sostenía con fuerza nerviosa un monedero rojo, muy cabaretero; una jaba blanca de esas de hacer mandados y un espejito cuadrado enmarcado en negro, que usaba para escrutarse a sí mismo, constantemente.
“Mira, tengo un ojo blanco y el otro azul: parezco un dragón… debe ser el calor que hace.”
La señora de enfrente me miró y yo entendí en sus pupilas: “ten cuidado, es un loco”.
A mí me pareció un ser muy feliz.
Nos contó que iba para Nuevitas, “en este carretón no, por supuesto, en un camión o lo que aparezca cuando llegue a la terminal del Ferro. Allá voy a comprarme un jabón y a bañarme con la espuma del mar”. La señora le preguntó divertida si también se iba a afeitar. “Sí, a afeitarme también”- y se miró otra vez en el espejito.
Entonces me vio a los ojos, no sé cómo, a través del marrón denso de mis gafas, y supo. Y sacó de su jabuco una pinza de cejas y me dijo: “toma”.
Yo ando en estos días medio cuerda (mala mía, lo sé), y dudé un “no, gracias” en voz alta. Fue sin intención, lo juro; pero por suerte él insistió: “toma, toma, está nuevecita. Si yo me saco las cejas voy a parecer un conejo”.
¡Hacía tantos días que no me reía de verdad! Me quedé la pinza– que en serio estaba nueva– y le dije dos veces más mis gracias torpes. Debo haberle parecido muy incoherente.
La señora me sugirió bajito, para no herirlo, que la metiera en alcohol, que así podía usarla sin problema. Me dio un poquito de pena esa necesidad humana de desinfectarnos uno de los otros. Que yo entiendo los motivos de salud, pero… no sé.
Cuando llegó la esquina de quedarme, le pagué el coche y hurgué en las miserias mías. Al fondo del bolso apareció la postalita de corazón diminuto que sobró este catorce y a falta de algo mejor, fue eso lo que le di.
Le deseé buen viaje, que se cuidara. Y marché contenta a estrenar el martes, con dos grandes regalos: una pinza, que ahora no tenía. Y una sonrisa, que tampoco.
Algo me decía que iba a ser un buen día hoy desde que amaneció a las siete, con la voz de Ana Belén rasgando Piano Man en la radio.
Esta es la historia de un sábado,
de un sábado de no importa qué mes,
y de un hombre sentado al piano
de no importa qué viejo café.
Toma el vaso y le tiemblan las manos,
apestando entre humo y sudor,
y se agarra a su tabla de náufrago,
volviendo a su eterna canción.
Toca otra vez, viejo perdedor,
haces que me sienta bien,
es tan triste la noche en que tu canción
sabe a derrota y a miel.
Cada vez que el espejo en la pared
le devuelve más joven la piel,
se le encienden los ojos y su niñez
viene a tocar junto a él.
Pero siempre hay borrachos con babas,
que le recuerdan quién fue,
el más joven maestro al piano
vencido por una mujer.
Ella siempre temió echar raíces,
que pudieran sus alas cortar
y en las jaula metida, la vida se le iba
y quiso sus fuerzas probar.
No lamenta que de malos pasos,
aunque nunca desea su mal,
pero a ratos con furia golpea el piano
y hay algunos que le han visto llorar.
Toca otra vez, viejo perdedor,
haces que me sienta bien,
es tan triste la noche en que tu canción
sabe a derrota y a miel.
El micrófono huele a cerveza
y el calor se podría tocar,
solitarios oscuros, buscando pareja,
apurándose un sábado más.
Hay un hombre aferrado a un piano
la emoción empapada en alcohol,
y una voz que le dice: «pareces cansado,
y aún no ha salido ni el sol».
Toca otra vez, viejo perdedor,
haces que me sienta bien,
es tan triste la noche en que tu canción
sabe a derrota y a miel.
Mery siempre es tan bueno leerte y más. Que bueno que tengo por hermana una personita tan sensible como tú, que puede ver más allá… Un quiero grandoteeeeeeeee
Ñoooooo la mar de años que hacía que no me comentabas na uffff jajajajajajaja. Yo también te quiero, bicho. Gracias por estar siempre ahí y entender y callar y timbrar y llorar un poco mis lágrimas. Mua.
Hoy es martes ni uno ni otro,hoy fue un dia alentador al inicio,una madrugada bajo cero como Dios manda y con tormenta de nieve para variar,ahi llegas y dices llamaré al trabajo a ver si te encuentras un mensaje de voz que te diga que te van a pagar el dia y que te quedes bajo la colcha,pero no nada de mensaje y nada de colchas,a caminar de la casa al carro y llenarte los zapatos y las medias de nieve que para eso la hicieron, a propósito los psiquiatras debían enviar a sus pacientes a terapia ocupacional con palas incluidas,la nieve es como harina de pan y cruge cuando la pisas y te regala y te estira los huesos entre resbalón y resbalón cuando se hace hielo y caramba! hay gente que se ha hecho rica por caidas brutales en aceras sin sal,bueno la «sal» es otra sal aparte.Lo que si me jorobó,torció,me quitó la sal fue el burro de mi supervisor que me vino a decir que no hablara mientras trabajaba por supuesto nos dijimos dos o tres verdades de mi parte y dos o cuatro mentiras por parte de el,en fin hoy fue para mi un martes con cara de miércoles o fue un martes de los de ni te..ni lo otro tampoco.
Dayron, viejo, mi consejo: búscate cualquier pretexto pa ser feliz… una canción en la radio, la mano ignota en medio de la cuesta que se empina, el nanosegundo de sol entre nevada y nevada, hasta una pinza. La vida te va a poner martes peores, pero uno no puede ir por ahí dándole la razón al desaliento. El mío también tenía todas las sombras pa ser un martes de mier-coles y mira tú… la felicidad es una actitud ante la vida, una decisión que se toma. Atrévete-te 😛 te quiero
A veces con el poco tiempo que tengo no alcanzo a leer todos los correos y los dejo en stand by pero esta vez cuando me llegó tu publicación al buzon dedique unos minutos porque me gusta lo que escribes y este en especial me encantó, por cierto ve a ver si te regalan otra pincita por ahí para mi que no tengo jejeje besitos desde la madre patria.
Leydilla, menos mal que aún me haces el chance. De alguna forma, así, seguimos siendo amigas. Búscame cuando vuelvas y te tendré una pinza segura acá jajajajajaja. Un abrazote, «tía». Y olé 😉
Estás que sacas chispa. Leí el resto de lo que tenías desde hace un tiempo y me parece ver renacer una nube, de esas de las que anda ligerita llevada por los vientos, que por estos tiempos ni Rubiera da pie con bola acerca de su mágica acción y reacción( sí porque casi que nos oyen hablar – ya se fue el frío?- Besotes para ti y el resto de las moqueteras. Ah! Otro para Turqville.
Ya se fue, Milo, ya se fue el frío. Lo despedí con bombos y platillos y le deseé muy buen viaje. Mijo, qué rico tener tantos mensajitos tuyos acá en el buzón de la nube!!!!!! No sabes la alegría, de verdad. Le daré a todos tus cariños, tú reparte abrazos por allá igual (a Hayat, al Rodo y a Karen, a la K si la ves… a everybody. Los ailoviuuuuu)