Laguna

Maestro de tiza en manoEstas letras se las debo hace años y aún con ellas no pago la deuda vital, intelectual, espiritual que tengo con él.

Sé que ni siquiera lo sospecha, pero lo incluí en los agradecimientos de mi tesis, entre los de arriba, porque “se ocupó de mí como un padre cuando más lo necesité y le debo hoy graduarme de la carrera de mi vida”.

Nos conocimos en mi único año en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Máximo Gómez Báez, o “La Vocacional” a secas, para los del patio. Allí llevaba años impartiendo Español-Literatura y entrenando a los que participaban en concursos de la asignatura susodicha.

Era (es) todo un personaje. Leyendas urbanas de la ciudad escolar contaban que, envuelto en sábanas blancas, habíase deslizado frenético por las barandas de una escalera, en sui-géneris representación de la invasión de los griegos a Troya. Él era (sigue siendo) así, un loco genial, un tipo que hacía que te quisieras “disparar” la Ilíada a pesar del poco seductor grosor del texto.

En los dictados de sus entrenamientos conocí a Galeano, desde unas micro-crónicas universales donde me enteraba de cosas tan tremendas como eso de que el mundo es un mar de fueguitos. Repitiendo con trazos su voz, bebí a Martí en cartas a mi afortunada tocaya la Mantilla, la cual, aseguraba con su vocesilla perniciosa y sus risitas de pillo, era hija ilegítima del Maestro.

Nos tiraba el cabo a cada rato, mandándole papelitos amenazadores a los “vidainternas” de nuestras respectivas unidades, para que nos dieran pase excepcional cuando empezábamos con los berrinches de querer escaparnos a casa.

Se autodefinía como maestro de tiza en mano y armas tomar, frases ambas que le he heredado para hablar de los que enseñan bien, y odiaba con toda franqueza las teleclases, porque prefería degañitarse enseñando lo que le sobraba en su pecho sin necesidad de graficaciones.

Una vez, atacado de la risa, nos contó cómo había terminado sentado arriba del televisor Panda del aula donde impartía una conferencia. El libro remoto- cuyo nombre ahora no recuerdo- le apasionaba al punto de borrarle el juicio y la conciencia de la realidad y solo volvió a ella cuando descubrió a los muchachos con los ojos como platos y las risas apenas contenidas.

Sencillamente lo amábamos… lo idolatrábamos. Era nuestro compinche, el mejor contador de cuentos de Pepito, el más cubano y ocurrente de todos, con sus “te voy a meter por la cabeza el zapato del dedo del hongo”.

Eso sí, la mejor anécdota de todas la tengo yo. Cuando Regresé de República Dominicana, tuve que irme a estudiar a otro pre-universitario, en lo que acá llamamos Sola. Era en el campo, lejos de casa, y la preparación académica no era igual de buena que en mi anterior escuela.

En dos años no volví a saber de él. Por ese carácter hermitaño que padezco y mi perenne vergüenza de molestar, no lo llamé nunca. Sin embargo, al acercarse las fechas de las pruebas de ingreso a la universidad él, padre intelectual de esta nube, averiguó el paradero de la hija pródiga que siempre le he sido y me llamó.

No tuvo reclamos ni preguntas incómodas, tan solo un ruego: “muchacha, porqué no vienes a mis repasos o nos vemos en casa”. Así fue, unos meses antes de enfrentarme a la prueba de Español comencé a frecuentar su hogar para entrenar mis aletargados conocimientos de la materia.

Me recibía los fines de semana, en la sala pequeña de su casita de apenas dos cuartos. Colaba café mientras me dictaba de nuevo a Martí y con la paciencia de un santo me recordaba las cosas que “yo sé que tú te sabes, solo que las has olvidado por falta de práctica”.

A pesar de que esos repasos eran su modo alternativo de subsistencia, nunca me cobró un centavo y yo tampoco se lo ofrecí por miedo a ofenderlo. Aún guardo como libreta de cabecera aquella de los domingos con él.

Hoy, luego de dos infartos que le han privado su vicio de pan con huevo frito y otros placeres, sigue viviendo solito allí en Verges. Ya no da clases en la Vocacional, se mudó a las celdas de prisión, donde alecciona a un grupo de reclusos con quienes, asegura, le va muy bien.

Pero en los últimos tiempos me lo he topado tristón, cabizbajo. Dice que se deprime y a mí se me estruja el corazón de verle así. No entiendo, no puedo entender cómo una de las personas más geniales de mi mundo, uno de los seres humanos más grandes que he conocido, puede estar deprimido.

Profe, con lo que yo lo quiero, con lo que un millón de gente que yo conozco lo quiere a usted. Con lo que le debemos tantos profesionales de esta provincia.

Alguien un día me dijo, “no tiene hijos”. Tonto, pensé yo, y qué coño entonces somos nosotros?

 

PD: Por favor, si fuiste alumno de Laguna, déjame aquí tus historias de él. Quiero llevarle este regalo de todos por el día del maestro.

 

Acerca de nubedealivio

María Antonieta Colunga Olivera. Licenciada en Periodismo de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz.
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10 respuestas a Laguna

  1. Suspiros Informativos dijo:

    Obvio que no fui alumna de Laguna jeje, pero también tuve en el IPVCE de Guantánamo un magistral teacher de Español Literatura: homosexual, sin hijos y tan inteligente que desde entonces no puedo dejar de pensar en él cuando me piden que describa a un buen maestro. Besos

    • nubedealivio dijo:

      De esos buenos, geniales, por suerte abundan todavía por allí. Generalmente son personas modestas- en carácter y en pertenencias materiales- que podrían pasar desapercibidos si uno no supiera lo que calibran en alma. Gracias por compartirme tu experiencia «suspirita», me encanta Guantánamo porque aunque no lo conozco, a sus hijos sí… y a juzgar por ellos, es tierra de grandes y buenos.

  2. Tunie, me sacaste el zumo… él también fue mi profe, yo también le debo mucho y lo quiero tanto más.
    También me llenó de Galeano en abrazos y en venas abiertas, también reí con sus historias, con él oí hablar por primera vez de ti, mi Petunie hermana-amiga…
    Hay una frase que decía Laguna (papá Laguna) que a mí me quedó, y se regó en la tropa de casa «entretelas mondongales»…..

  3. Crónicas de Barataria dijo:

    A mi profe Laguna, aunque no lo pude disfrutar tanto como María Antonieta porque no tuve la dicha de tenerlo en las clases de Español Literatura; algunas sesiones sueltas por ahí fueron suficiente para hacérmelo inolvidable. Gracias.

    • nubedealivio dijo:

      Tere, gracias por unirte al mensaje colectivo, sé que él se va a poner muy contento. Laguna solo necesitaba una clase para ganarse a los alumnos, así que también tú tuviste la dicha, aunque escasa.

  4. Lianet dijo:

    Mary, tus palabras estremecieron lo más hondo de mis recuerdos de la adolescencia, pues para mí Laguna ha sido tb uno de los más grandes profesores que he tenido. Con el aprendí a pensar, a amar la gramática, a querer a Guillén a pesar de que él lo detesta y a saber lo que es dar amor desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, como nos dio a tantos que hoy no hacemos el tiempo para reciprocar todo lo que nos entregó. Si no fuiste a verlo este fin de semana, me sumo para ir contigo cuando vayas. Un beso, Lia.

    • nubedealivio dijo:

      Lia, sabía que este te tocaba en lo personal, por eso te lo enlacé. Pienso ir a verlo para año nuevo, esperaba porque algunos como tú se sumaran a la carta colectiva que espero sea este post, y así poder llevárselo más completo. Otro beso para ti, y luego te aviso el día de la futura la visita, para que me acompañes. Creo que seremos más… con suerte… fe de nube.

  5. Alfredo dijo:

    A la de nombre y alma de reina
    Al PROFE, con todas las mayúsculas del alfabeto y todas las inflexiones de una gramática que aprendimos a cabalgar gracias a él.
    Al Lagu
    Otro periodista escribe… otra alma se apretuja al leer sobre el más loco, ocurrente y profundo ser humano que alguna vez halla pisado las lozas de la Vocacional de Camagüey. Otro que no olvida nada de lo ocurrido y enseñado desde una mesita del CDIP, ninguno de los chistes y ocurrencias del PROFE.
    Lo malo es que escribo desde la distancia, lejos del hogar y de la posibilidad de visitarlo y volverle a decir, porque tantas veces lo hice, que le quiero y que este bloque de mármol que tal vez soy como profesional de la palabra escrita y hablada, también tiene algunos (muchos) cincelazos suyos.
    Recuerdo una carta escrita a tantas manos, que atesora Lianet y que él comenzó con esta frase:

    Mojones:
    Floten. Ustedes no solo viven en las alcantarillas, pululan en la mente de los hombres.

    Alguien conoce a un tipo tan genial… tan genial que te da pena no cumplirle, tan genial que llegar a doler un regaño suyo, un reclamo… o una de sus caras represivas.
    Recuerdo otra cosa: estábamos en el aulita del CDIP, en pleno repaso para el Concurso Nacional de Español. Había alumnos de todos los Pres de la provincia. Nosotros, entiéndase, David, Vanessa y yo, ya conocíamos el contenido que él impartía y nos desconcentramos, comenzamos a hablar… y claro, despertamos al León de la Metro. Lagu nos expulsó con palabras que fueron cuchillos… y los 3 nos fuimos a otro lugar, a cumplir la penitencia de leer las obras que le debíamos al PROFE. También escribimos muchas veces la palabra PERDÓN.
    Él terminó su repaso y subió las escaleras. Lo llamamos y le mostramos nuestra tarea… y él reaccionó tal y como lo esperábamos: «Mire que ustedes son comemierdas, escriban un cuento decente y dejen de escibir tanta mierda». Típico de Lagu.

    Y una última anécdota, de las tantas que atesoro: comenzó mi 12 grado y me perdí un repaso para la Copa Patria de Las Tunas, en la que yo iba competir. Lagu me quitó automáticamente el derecho a asistir. Aquello, ni más ni menos, me hizo talco. Escribí otra vez, porque entre nosotros siempre valió mucho lo escrito, y logré su perdón y su confianza. Fui a la Copa y seré, hasta que muera, hijo de un gran hombre que es como un baño reparador en una Laguna.

    Gracias Mary, por la posibilidad. UN beso y una promesa: cuando vaya al YERI, pasaré por ti y nos vamos al Macondo microscópico que alguien nos construyó en Verges.

    • nubedealivio dijo:

      Alfredito, se me acumulan miles de abrazos, mi hermano, y una alegría redonda en este momento por tus letras. Justo ayer estaba copiando en un word esto para imprimirlo y llevárselo al PROFE, pero sentí que faltaban comentarios como el tuyo, el de «Chuti»-que no sé qué ha sido de su vida- el de Evelyn Pedroso, el de las Gelsys y el de otros tantos con los que compartí esos mismos repasos del CDIP. Por eso te pegué el post en tu muro, porque intuía recibiría una respuesta de altos quilates sentimentales. Y creo que a él le hace falta esto, o al menos que se lo debemos ahora, aunque sea en letras, que es lo mejor que sabemos hacer. Te espero por acá, cuando sea, para ir a ver a nuestro Lagu; buscamos a Lianet, que trabaja cerquita y nos le aparecemos allá. Muchas felicidades por tu bebé, que he visto fotos en facebook, y muchas gracias, de verdad, por sumarte con un mensaje tan bello y sincero a esta carta colectiva. Me has echo reír y llorar, Alfre, te lo confieso. Ya veo que no soy yo la única nostálgica. Te quiere, tu amiga concursante.

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